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viernes, 21 de agosto de 2009

Escalando el Shirapampa en solitario

Mañana al mediodía estaré en Lima de regreso, y seguiré entrenando para conquistar la pared sur del Huascarán.

Escrito por Carlos Bouroncle Digiovanni

Para Suplemento Nómade de Diario Clarín

Me encontraba residiendo en Mancora, playa al norte del Perú, corriendo tubos a la izquierda y recibí un mail de un amigo escalador argentino. Después de tanto insistirle me acompañaría a escalar el Huscarán. Es la montaña más alta del Perú, que con sus 6768 metros de altura, nieves todavía eternas y de dificultad alta, tiene un pendiente conmigo por su pared sur.

Me encontraba residiendo en Mancora, playa al norte del Perú, corriendo tubos a la izquierda y recibí un mail de un amigo escalador argentino. Después de tanto insistirle me acompañaría a escalar el Huscarán. Es la montaña más alta del Perú, que con sus 6768 metros de altura, nieves todavía eternas y de dificultad alta, tiene un pendiente conmigo por su pared sur.

No perdí más tiempo y llame a la ciudad de Huaraz, la temporada para escalarlo estará abierta desde el de 10 de mayo hasta finales de Setiembre, época correspondiente al verano andino.

Tenía que ponerme al día con mi físico, viaje a Lima de inmediato para buscar mis pertrechos y comencé a buscar montañas entre 4500 y 6000 metros de altura para iniciar el entrenamiento.

A solo 140 Km. de Lima, y cerca al valle de Santa Eulalia se encuentra la montaña Shirapampa.

Día 1

Mi viaje comenzó en la avenida Javier Prado a las 6 AM, totalmente solo y con el espíritu y la moral bien altos. Tomé un bus hacia la ciudad de Chosica, distante a solo 50 Km. de Lima. Al arribar me dirigí a un galpón desde donde salían microbuses a todos los puntos de la cordillera central. San Pedro de Casta es un pueblo tan pequeño que tan solo llega un pequeño micro por día…y a veces cada dos días, dependiendo del humor del chofer; pero tuve mucha suerte, el microbus de 12 pasajeros saldría semivacío en un par de horas. Llegue a San Pedro de Casta con los últimos rayos del sol, luego de un viaje desde Lima de 8 horas polvorientas y agotadoras, por un camino de piedras, precipicios y puentes que darían miedo al más valiente. Estaba en otro mundo, cada pueblerino te saluda muy amablemente al pasar como si fueras su mejor amigo, todos caminan a paso lento, no por la altura de 3100 metros del pueblo, sino porque no tienen ningún apuro ni prisa. El pueblo se encuentra en un balcón al valle, calles de tierra y piedras. Tiene unas únicas 30 casas de adobe y se abastece de la electricidad de una pequeña represa ubicada en el valle que apenas alcanza para tener un bombillo de luz por casa. Cualquier mortal podría conseguir alojamiento y comida por menos de USD$ 25 semanales. Ver el valle y las montañas desde la plaza central es algo casi mágico. Me alojé en el hotel municipal, prendí mi mp3 y esperé la madrugada.

Dia2

A las 8 AM una mamacha me esperaba en la pequeña plaza central, con un buen mate de coca caliente y 2 paquetes de galletitas de agua. Me dijo que me conseguiría un arriero hasta la meseta de Marcahuasi, distante solo 8 Km. del pueblo, luego iba por cuenta propia. Acepté su propuesta con mucho agrado ya que eran de subida. Haría mi primer campamento en la meseta y al día siguiente atacaría la cumbre del Shirapampa calculando llegar en 5 o 6 horas solo con lo indispensable. Promediando las 2 de la tarde arribamos a un páramo espectacular. Unas piedras labradas por el viento formaban un anfiteatro natural, donde cualquier mochilero o campamentista pasaría unas noches muy agradables aunque algo frías. Un anfiteatro que por su eco y sus ruidos provocados por la forma cerrada me harían pasar unas noches de terror. Víctor, el arriero, almorzó conmigo, me dio unas recomendaciones y regresó caminando al pueblo con su caballo, muy callado el hombre pero gentil como todos los demás. Una o dos veces al mes, y únicamente entre los meses de Junio y Octubre alguna persona o grupo de “gringos” llegaban hasta este lugar para acampar; el vive de sus propinas o a veces hace con ellos trueques de habas, leche y papas por otras comidas o elementos. Fuera de esas fechas, las lluvias, heladas y nevadas no permiten hacer cumbre. Su caballo se llamaba “viejo” y hacia mérito a su nombre ya que solo servia para subir la mochila y un manojo de leña. El anfiteatro que les comenté anteriormente estaba lleno de vizcachas que en la noche caminaban tranquilamente curioseando la zona, cada salto que daban producía un eco que asemejaban a gigantes caminando a mi alrededor. La sensación de soledad allí arriba se asemejaba a la desolación absoluta y el espectáculo nocturno de la Vía Láctea es único. No hay polución, no hay nadie. Estas solo observando el mundo por encima de las nubes.

Día 3

No podía dormir por los ruidos, me comí una sopa bien caliente, algo de fruta y a la 1:00 AM partí hacia la cima ayudado por la fuerte luz de la luna y mi linterna frontal. Siguiendo el abra del Yananta me ahorraría una hora, pero no había senderos ni marcaciones en el satelital para seguir. Me arriesgue, total una nueva ruta no seria mala idea. A las 6:20 AM llegue a la cima, 5490 metros en mi satelital, pero los mapas no le dan mas de 4900 metros de altura. Es un pendiente para revisar con el Instituto Geográfico Nacional. La vista maravillosa de un amanecer anticipaba un día caluroso en la cima en contraparte con los - 8° que marcaba el termómetro en la noche. Luego de las fotos de rigor inicié el descenso por donde había subido. Pasé 2 horas bajando hacia mi campamento cuando divisé un extraño pico junto a una laguna de no más de 300 metros cuadrados que no había podido ver en la subida por la oscuridad. Y en el centro del pico llamaba la atención algo que se asemejaba a una empinada escalera de piedra totalmente cubierta por la maleza. Subí los 30 peldaños y me di cuenta que estaba ante algo mas grande. Unas fortificaciones en forma circular, parecidas a una torre de castillo. Pequeños montículos donde se habían sepultado personas y edificaciones pre hispánicas de no mas de 2 metros de altura, todas con pequeñísimas entradas por las cuales debía entrar arrastrándome. Las ruinas continuaban a unos 200 metros hasta formar un pequeño y antiguo pueblo Inca, algunas construcciones semiderruidos, otras enteras. En las piedras más grandes había raras pinturas con extrañas y enigmáticas formas como círculos y chacanas (cruces incas). En alguna de las tumbas, además de gran cantidad de huesos, encontré ofrendas como conchas marinas, (muy raro ya que estaba a mas de 140 Km. del mar y superando los 4500 metros de altura), pedazos de vasijas, telares en estado de descomposición y piedras apiladas en formas muy particulares. La ubicación exacta de estas ruinas es:

Latitud/: 11° 34′ 08″ S

Longitud: 76° 34′ 31”W

Su ubicación no esta marcada en ningún mapa, ni como ruinas, ni como lugar arqueológico, pero allí lo encontraran, imponente y escondido de los curiosos que se animen a subir el Shirapampa. Su ubicación es estratégica, desde allí se divisa todo el valle y río santa Eulalia y se puede ver hasta 50 kilómetros de distancia en un día despejado como lo era ese. La marcación en el satelital y filmación fueron imprescindibles. Bien pasado el mediodía arribé a mi campamento. Unos buenos mates de coca, otra sopa instantánea y a descansar se ha dicho. Esta vez el cansancio venció a los ruidos de la noche.

Día 4

Muy entrada la mañana comencé a levantar campamento, calculando caminar unas 4 horas de bajada hacia el pueblo de San Pedro de Casta, me di antes una vuelta por los alrededores, descubriendo unas lagunas pequeñas, una fauna y flora muy amplia, así como pequeños senderos incas abandonados. Alrededor del mediodía divisé una persona que se acercaba con mochila. Era la primera persona que veía en 2 días. Un escalador polaco había llegado, tenia pensado pasar 3 días haciendo 2 cumbres. Fue un encuentro de mucha camaradería, propia de dos andinistas que se encuentran en el medio de la nada, intercambiamos datos y su falta de mapa del lugar me hicieron regalarle el mío. Comparamos las alturas de nuestros satelitales y efectivamente teníamos una diferencia de 280 metros. Una calibrada al mío no estaría mal al regreso. Café de por medio nos dimos el hasta siempre. En la tarde llegue al pueblo, en la bajada se iba notando el cambio de vegetación propios de la diferencia de alturas, pase dos bosques de cactus, también llamados cactus San Pedro, estos tienen poderes alucinógenos al hervirlos, pero esa será otra historia que contar. También encontré varias piedras gigantes con raras formas como cabezas, esfinges y animales. Mañana al mediodía estaré en Lima de regreso, y seguiré entrenando para conquistar la pared sur del Huascarán.

Video de la ascensión – ruinas Incas:

http://www.youtube.com/watch?v=Yl37_eb_7-0&feature=channel_page

Carlos Bouroncle Digiovanni

Para Suplemento Nómade de Diario Clarín

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