Nuestro país reúne todos
los elementos para atraer a los viajeros que buscan nuevas experiencias
Una nueva era siempre trae
consigo nuevos y grandes cambios. Y esto es lo que ocurre en esta etapa de la
conectividad, las comunidades y la tecnología compartida.
(Ilustración: Rolando Pinillos Romero) |
Cambios que vienen
transformando nuestras relaciones, aprendizajes, emociones y necesidades,
dejando atrás aquel estilo de vida nacido en la revolución industrial, enfocado
en la estandarización y homogeneización de los hábitos de consumo, la
producción en serie de pocos productos y el dominio total del mercado por pocas
empresas, para dar paso a un estilo de vida sustentado en nuevos valores como
la diversidad, variedad, creatividad, autenticidad, conciencia y
bienestar.
Una nueva era en la que
las personas conectadas, informadas y conscientes buscan, más que productos en
masa, historias y experiencias buenas para su cuerpo, sus emociones y su
cultura. Buscan también beneficios para la economía de las localidades, para el
medio ambiente y para la humanidad.
Porque el mundo va
migrando de buscar productos a buscar experiencias, es que el turismo, una
experiencia memorable que uno lleva para toda la vida, es y será una de las
actividades de mayor crecimiento en todo el mundo.
Y no será aquel turismo
insostenible basado en la construcción de guetos de lujo que invaden
territorios sin respetar la cultura local, dándole la espalda a la desigualdad
que encuentra a su alrededor. Es y será un turismo sostenible y respetuoso, con
visitantes que llegarán a cada destino a dejarse seducir por la cultura,
costumbres y paisajes que el entorno que visitan les ofrece, dejando al partir
recursos para la conservación del espacio que los recibió y el bienestar de las
personas que los acogieron.
La buena y gran noticia es
que si existe un país en el mundo que reúne todos esos atributos que el viajero
de estos tiempos buscará a la hora de elegir un destino; ese país es el
Perú.
Un Perú mágico, de la
biodiversidad y la diversidad cultural. Un Perú de todas las sangres, todos los
paisajes, todos los sonidos, los sabores, los colores. Un país lleno de mil y
una historias y aventuras que, en la medida en que las pongamos en valor de
forma visionaria y responsable, podrán convencer a esos millones de personas
que cada año decidirán conocer y visitar un lugar, para que su destino sea el
Perú.
Por ello, no es extraño ni
utópico el anuncio que el presidente de la República hizo al afirmar que para
el año 2021 recibiremos a siete millones de turistas, el doble de los que
recibimos hoy. Y no lo es, justamente, porque nunca antes el entorno y las oportunidades
para que eso suceda han sido mejores.
Los desafíos para alcanzar
la meta no son pocos. Unos enormes, como el caos vehicular o la inseguridad
ciudadana. Otros más de mediano aliento, como la puesta en valor de nuevos
destinos turísticos o la red de formación técnica para ofrecer servicios de excelencia.
Hay otros que, por cierto, son urgentísimos para llegar a la meta
anunciada.
Tareas urgentes, como la
construcción de la segunda pista y la ampliación del terminal del aeropuerto
Jorge Chávez y su conexión rápida con las zonas hoteleras de la capital. La
construcción de un recinto ferial que convierta a Lima nuevamente en la gran
ciudad de todas las ferias importantes de la región.
La elección urgente del
operador del nuevo centro de convenciones ya listo y operativo. La
implementación del plan recientemente presentado para peatonalizar el Centro
del Cusco. El inicio de la construcción del aeropuerto de Chinchero y la
reorganización de la afluencia hoy desbordada hacia Machu Picchu con más de una
ruta de ingreso y salida.
Potenciando el turismo de
fronteras, ampliando el servicio de control migratorio a 24 horas, reduciendo
su trámite a 15 minutos. Mejorando las carreteras de los principales circuitos
turísticos.
Facilitando el acceso a
nuevas líneas aéreas. Eliminando el requerimiento de visado con países tan
importantes como la India. Fomentando la implementación de vuelos
interdepartamentales, como Cusco-Iquitos o Cusco-Chiclayo. Impulsando la
creación de accesos hacia Choquequirao con una carretera y un teleférico.
Todas, medidas urgentes
que ya vienen siendo enfrentadas en un trabajo conjunto entre el sector público
y el privado, pero que demandarán para su rápida ejecución no solo el apoyo
político decidido con el que cuenta el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo
por parte del primer ministro y el presidente, sino también de todos los
ministerios que de una u otra manera tienen bajo su jurisdicción temas claves
para que estas acciones se ejecuten con rapidez.
La velocidad con que estas
medidas se ejecuten son determinantes para hacer del turismo quizá la actividad
económica más importante y, sobre todo, la más inclusiva de todas.
No estamos solos. En todo
el mundo, los países se preparan para competir por el cariño del turista hacia
lo que estos pueden ofrecer. Por eso es urgente correr. En este mundo de la
diversidad, donde todos quieren enamorarse de algo nuevo cada día, tenemos que
asegurar todo lo necesario para que esa relación entre el turista y el Perú no
solo se mantenga y continúe su línea ascendente, sino que se convierta en esa
larga y duradera historia de amor, esas que se alimentan y construyen día a día
hasta la eternidad.